Último jueves de noviembre. 23:55 horas. Estoy frente al ordenador, nerviosa, con muchas ventanas abiertas y mi carrito cargado de productos a precios de escándalo. Estoy deseando que el reloj marque las 00:00 para que, por fin, llegue el Black Friday y poder darle al clic de pagar. Se convierte en una competición: tengo que ser más rápida que otras personas para que no se agote el producto que quiero. Compraré cualquier cosa que vea rebajada, la necesite o no. Total, es un día para eso, ¿verdad? Para comprar, da igual el qué y el cómo. Importa el precio. Importa la rebaja. Importa aprovechar el momento.
Muchas hemos pensado así alguna vez en nuestra vida. Hemos esperado al famoso Black Friday con ilusión. Pero nunca es tarde para abrir los ojos y cambiar. Reflexionemos: ¿estamos hablando de un viernes negro o del tren directo hacia un futuro y un planeta, si cabe, más negros?
Antes de nada, hablemos de datos. El Black Friday nació en Estados Unidos en los años 60. En España, en cambio, el fenómeno llegó muchos años después, en 2012. Desde entonces, el viernes negro ha crecido a pasos agigantados en nuestro país. Según un informe de la Asociación Española de Economía Digital, la campaña de este año generará unas ventas online de 1267 millones de euros, lo que supone un incremento de un 13,12 % respecto a los ingresos del año 2015.
Un 90 % de las marcas encuestadas en el estudio han afirmado participar en el Black Friday. La única motivación de muchas de estas es simplemente aumentar sus cifras de facturación. ¿Por qué no piensan en cuestiones ecológicas y éticas? Además, 8 de cada 10 españoles mayores de edad gastarán dinero durante este día. Y el gasto medio de cada persona rondará los 175 euros. Una cifra, cuando menos, elevada, teniendo en cuenta la delicada situación económica de la mayoría de familias españolas en la actualidad.
Por suerte, algunas marcas son conscientes del duro impacto que esto supone para el medio ambiente y para los pequeñas negocios, por lo que deciden decir ‘no’ al Black Friday. Y es que, son muchos los problemas que este viernes negro supone para nuestro planeta.
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PROMUEVE EL CONSUMO COMPULSIVO E INNECESARIO
Muchas de las compras que se hacen durante el Black Friday son impulsivas. Las personas suelen dejar de lado la premeditación previa que debe haber tras una compra, para comprar lo máximo al menor precio. Esta campaña promueve el consumo compulsivo de productos que las personas no necesitan, por el simple hecho de estar rebajado. -
GENERA MUCHOS RESIDUOS
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AFECTA A LOS PEQUEÑOS NEGOCIOS
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CARECE DE ÉTICA Y ALTERA LA PERCEPCIÓN DE VALOR
En Hupit, luchamos por una moda ética, sostenible y responsable.
Y ahora, ¿tú qué opinas? ¿Hablamos de viernes negro o de futuro negro?